Ayer conocí a una mujer a quien habían lastimado emocionalmente. «No es justo» me decía.
Tratando de ponerme en sus zapatos pero manteniendo la frialdad, dije: «la vida no es justa, y hay que vivir con ello».
Temía a la reacción de la mujer de escuchar estás palabras tan crudas. Aún así, de mí boca salió como si alguien me empujara a decirlas.
Desde este episodio parte mi reflexión. La vida no es justa, tampoco fácil, y eso es parte de la vida.
Una vez leí:
Aunque no podamos elegir lo que nos pasa, podemos en cambio elegir lo que hacer frente a lo que nos pasa.
Fernando Savater, Ética para Amador (p. 19)
Esto es aplicable a cualquier ámbito.
En cuanto a relaciones humanas concierne, no podemos esperar que el otro nos trate como nosotros le tratamos. Tratar a una persona con respeto o con Amor no asegura que recibiremos lo mismo de su parte.
Sería inocente creer que por tratar de sacarle una sonrisa a una persona que tuvo un mal día e intentar alegrarle, esta va a recibir nuestro trato alegremente. Es posible que nos pida que nos alejemos, nos ignore o inclusive se moleste.
Sí podemos elegir como reaccionar ante estas respuestas. Puede que insistas, que te alejes, que te lo tomes a pecho o lo dejes pasar.
La vida no es justa, y eso la hace tan vida. En nuestro marco de libertad — tema que voy a tratar en otro post — podemos elegir como actuar ante los hechos que se nos presentan para encontrar el camino que más feliz nos hace sentir.
Espero haber expresado correctamente esta reflexión que tuve durante la madrugada del 5 de Abril y que intenté resumir en algunos párrafos para subir en formato de blogpost. De más está decir que los aportes y reflexiones propias son bienvenidas 👇🏼