Llevá la cuenta de lo que das a otras personas y lo que te devuelven y vas a encontrar que… ¡¿Lo que te devuelven?! Se trata simplemente de dar por dar, no para recibir.
¿Por qué creo que un favor me tendría que ser devuelto? ¿Acaso no es un favor? ¿No lo hago por voluntad propia, de manera genuina, solo por ayudar a otros?
Es que muchas veces pensamos así. Que porque uno ofrece, tendría que esperar algo a cambio.
Sin embargo, este es uno de los caminos mas cortos, por no decir el primero, de terminar o lastimar una relación. Cualquier tipo de relación.
Si no me creés, hacé la prueba: Sacá una hoja y empezá a anotar cuando le des algo a alguien y cuando esa persona te ofrece algo. Vas a encontrarte decepcionado. Seguramente seas más consciente de cuando aportes, pero al momento de recibir pase más desapercibido. Vas a terminar creyendo que te esforzás demasiado por alguien que no lo hace por vos. En la primera que remarques este hecho, se van a alejar.
Las relaciones no tratan de un intercambio racional y lógico. La vida no trata de estar en constante trueque con otros.
Incluso, cuando damos y no esperamos nada a cambio es más probable que seamos recompensados. Puede ser que no sea por esa persona o en ese momento sino de alguna manera que podríamos no esperar y hasta pase desapercibida.
Y este es otro punto importante. Cuando nos enfocamos en el hecho de que damos más de lo que recibimos de una persona, estamos perdiendo tiempo en abrir realmente los ojos y ver todo lo que tenemos. Perdemos tiempo en el que podríamos estar agradeciendo, enfocándonos en nuestras metas, pasando un lindo momento…
Es que la vida es así. Cuanto más damos y menos esperamos a cambio, forjamos relaciones más fuertes y duraderas. Relaciones que podrían ser de cualquier tipo, ya sea amorosas, afectivas o profesionales.